Concebido como alternativa a los drones de consumo de DJI, GoPro lanzó el Karma en octubre de 2016. Dos semanas después la compañía se vio obligada a paralizar su venta y retirar todas las unidades comercializadas tras darse a conocer un grave fallo que podía provocar la pérdida de energía durante el vuelo del dron, con el consiguiente riesgo de caída no controlada.
Vídeo de uno de los accidentes que podemos encontrar en YouTube.
GoPro necesitó tres meses para subsanar este error y perdió totalmente la campaña de Navidad. Para entonces DJI ya había consolidado su Mavic y numerosos fabricantes de menor renombre habían ocupado el puesto del fabricante de cámaras con propuestas más económicas. En estos momentos GoPro sigue vendiendo el Karma, que permanecerá disponible mientras haya existencias. Su precio es de 999 euros sin incluir la cámara.
Los rumores de venta rodean a la compañía
La salida del negocio de los drones implicará recortes muy importantes en GoPro. El desarrollo del Karma supuso una inversión cuantiosa para la compañía, y abandonar ahora esta línea de producto resultará en el despido de entre 200 y 300 empleados. La situación ha llegado a tal punto que el fundador y consejero delegado de la compañía, Nicholas Woodman, reducirá su salario de 2018 a la simbólica cifra de un dólar.
Mientras tanto, informaciones oficiosas recogidas en los medios estadounidenses señalan que GoPro ha contratado los servicios de J.P. Morgan Chase para encontrar un socio estratégico. Por ahora se desconoce si se trata de una decisión exploratoria o firme, pero la semana pasada Woodman declaró que estaría dispuesto a explorar alguna clase de pacto con una compañía más grande si así se pudieran resolver los problemas de GoPro.
Si bien GoPro espera volver a ser una empresa rentable durante este año, el abandono del mercado de los drones supone un duro golpe para una compañía que no ha dejado de dar bandazos durante los últimos años. Nada que ver con su situación en 2013, cuando sus cámaras eran las más vendidas del mundo.