La compañía no ha ofrecido muchos detalles sobre las causas de esta campaña al margen de que "en un número muy pequeño de casos" se ha detectado una pérdida de energía durante el funcionamiento del dron. GoPro no tiene constancia de accidentes con daños personales, pero ha preferido curarse en salud y retirar las unidades comercializadas antes de que se produzca un accidente con más víctimas que el propio dron.
La noticia no podía llegar en peor momento para GoPro, que hace apenas unos días anunció una merma en sus ingresos muy por debajo de lo esperado, lo que resultó en la caída de unas acciones que ahora mismo poco tienen que ver con el valor que tenían durante el eufórico lanzamiento a bolsa de la compañía.
GoPro es muy consciente de que el mercado de las cámaras de acción es limitado. La compañía ha sufrido en sus carnes el embiste de una competencia feroz y el efecto de unos clientes que no actualizan sus cámaras con la frecuencia que le gustaría al fabricante, incentivando su expansión a nuevos mercados. Durante los últimos meses GoPro ha anunciado su entrada en el mercado del vídeo de stock, la producción de cámaras para sistemas de realidad virtual y más recientemente la venta de drones. El Karma, su primer modelo, tiene por misión competir con los aparatos más asequibles de firmas como DJI y Yuneec, que ahora mismo acaparan el codiciado mercado prosumer.