El deceso de Jawbone se suma a la también reciente desaparición de Pebble, adquirida y virtualmente disuelta recientemente por Fitbit por una cantidad casi simbólica. Se da la circunstancia de que Jawbone mantenía un enfrentamiento en los tribunales con Fitbit tras acusar la primera a la segunda de haber contratado a empleados que se llevaron consigo información confidencial.
Según fuentes consultadas por The Information, tanto Fitbit como Apple trataron de hacerse con Jawbone el año pasado. Se desconoce la cuantía de la oferta, pero está claro que las negociaciones no llegaron a buen puerto.
Jawbone había orientado sus actividades hacia la venta de pulseras cuantificadoras.
Jawbone, que dio sus primeros pasos como fabricante de manos libres y recientemente orientó su negocio hacia los altavoces inalámbricos y las pulseras cuantificadoras de diseño, desaparece así de un mercado cada vez más competido.
Si bien las pulseras para deportistas han resultado ser mucho más populares que los relojes inteligentes gracias a su reducido tamaño y menor precio, este tipo de dispositivos tienen un reducido margen de beneficios que no deja mucho espacio para maniobrar en caso de error. Y Jawbone cometió muchos errores.
Con su desaparición el superpoblado segmento de los wearables ha perdido a uno de sus pioneros. Mientras tanto, Apple, Garmin y Samsung dominan las ventas de relojes inteligentes y Google y Xiaomi (que también tiene su propia gama de pulseras económicas) apuestan por productos de corte más convencional como chaquetas y zapatillas cuantificadoras.