Según los datos facilitados por la compañía, los ingresos generales descendieron un 13 % año a año, con un monto final de 45.000 millones de dólares en bruto. De ahí salieron los mencionados 5.330 millones de dólares en beneficio operativo, que suponen un descenso del 60 % con respecto a los beneficios obtenidos durante el primer trimestre de 2018. Que fueron de récord, hay que remarcar, pero no evita que sea una progresión muy negativa.
El informe contiene algunos datos que ayudan a explicar el desplome. El Galaxy S10 está teniendo unas ventas "sólidas", explica Samsung, pero el resto de la división móvil no funcionó igual de bien y las ventas cayeron un 40 %. Su rentabilidad se redujo "al tiempo que se intensifica la competencia en el segmento de la gama baja a media". Más importante es la caída del negocio de diseño y producción de chips, muy perjudicada junto a la oficina Display Panel.
El caso de Samsung no es único entre los fabricantes de chips, puesto que SK Hynix también encajó un buen golpe este pasado trimestre. Tiene por tanto sentido que la compañía quiera diversificar su división de semiconductores, convirtiéndose además en fundición de procesadores lógicos para terceros.
Las proyecciones de Samsung hablan de un segundo trimestre igualmente doloroso, seguido por un periodo de recuperación durante la segunda mitad de 2019. Cuenta para ello con el próximo Galaxy Note, la inclusión de elementos atractivos en sus teléfonos asequibles, como lectores dactilares bajo la pantalla, y la venta de paneles OLED flexibles para fabricantes de smartphones, dando por hecho que los problemas del Galaxy Fold no enfriarán el lanzamiento de esta nueva categoría de teléfonos.