Samsung, como ya hemos comentado en textos anteriores, se ha convertido en uno de los mayores fabricantes de chips gracias en gran medida a sus productos de memoria, incluyendo módulos RAM y NAND. Recientemente la compañía también anunció su entrada en el diminuto pero tremendamente prometedor mercado de la eMRAM, que combina lo mejor de ambas tecnologías. Pero como proveedor de procesadores, por ahora su papel es muy secundario.
De acuerdo con Bloomberg, esta inversión resultará en la creación de 15.000 puestos de trabajo entre producción e I+D. Además de Intel, sus rivales serán Qualcomm, que es un fabricante fabless (Samsung, de hecho, produce por encargo la gama Snapdragon 8xx para Qualcomm), pero también la taiwanesa TSMC, que actualmente fabrica gran parte de los procesadores de terceras compañías como AMD (que como Qualcomm carece de sus propias fundiciones).
Hasta ahora Samsung ha centrado la actividad de sus fundiciones en la producción de productos propios y algunos chipsets Exynos para clientes. La noción de rivalizar con firmas como TSMC, especializadas en contratos para terceros, es cuanto menos destacable. También lo es el hecho de que Samsung haya proporcionado información a tan largo plazo sobre los planes de su división de semiconductores, algo que no es precisamente habitual.
Dados los últimos acontecimientos, esta noticia podría interprestarse como un intento por tranquilizar a los accionistas de la compañía. Además, las finanzas de Samsung dependen en gran medida de la venta de chips, y los últimos pronósticos apuntan a un duro primer trimestre como consecuencia parcial de la caída de los precios en las memorias RAM y NAND. Potenciar la fabricación de procesadores y abrirse camino como fundición podría ser una importante ayuda de cara a afianzar los pilares de la empresa frente a posibles sobresaltos.