Estos discos duros de capacidad ultraelevada serán posibles mediante el uso de un nuevo tipo de platos de aluminio de alta densidad. Cada uno de estos platos está cubierto por una fina película magnética fabricada con una aleación de platino y hierro dispuesta en una serie de capas que ayudan a controlar mejor su temperatura. Algo clave en el proceso de escritura de un disco HAMR.
Los fundamentos de la tecnología HAMR son un tanto diferentes de los del clásico disco duro. Así como antiguamente un cabezal se encargaba de reorganizar pequeñas partículas ferromagnéticas dispuestas sobre los platos para almacenar información, los discos duros HAMR utilizan calor extremo (unos 450 °C) generado por un haz láser para alterar las propiedades magnéticas de la superficie de almacenamiento, permitiendo grabar más información en menos espacio.
Las tecnologías de escritura asistida por energía (también existen los discos MAMR, que utilizan microondas en lugar de calor dirigido mediante láser) han sufrido una serie de contratiempos debido a la complejidad técnica que entrañan y el hecho de que se está trabajando a escalas hasta ahora inéditas para un disco duro. También por la necesidad de desarrollar nuevos materiales, que han dado lugar a propuestas tan destacables como los discos de cristal desarrollados por la también japonesa Hoya.
Showa Denko no ha querido señalar cuándo podrían llegar al mercado los primeros discos duros HAMR de 70 u 80 TB. Dado el historial de retrasos que acumula esta tecnología, posiblemente es lo más prudente. En cualquier caso, estamos hablando de metas a largo plazo.
Tras no pocos esfuerzos, todo apunta a que Western Digital y Seagate lanzarán discos duros de 18 y 20 TB a lo largo de este año. Serán productos de corte previsiblemente industrial (centros de procesamiento y servidores de distinta índole) con precios muy alejados del mercado de consumo, pero servirán para allanar el camino a unidades de uso general.