Hasta cierto punto Huawei podía encarar este duro golpe centrándose en características punteras como las cámaras de sus teléfonos tope de gama para compensar el uso de chipsets menos avanzados en el futuro. Pero para Honor, que compite en la gama baja y media, la pérdida de hardware atractivo suponía su sentencia de muerte, especialmente con firmas como Xiaomi y Realme en un estado de continua renovación.
Informaciones oficiosas publicadas hace unos días situaban el coste de la operación en unos 13.000 millones de euros, aunque por ahora no hay datos oficiales. En cuanto al comprador, la agencia AP indica que Shenzhen Zhixin New Information Technology es una empresa relacionada con el gobierno municipal de Shenzhen, hogar de Huawei, con el propósito de desarrollar infraestructuras de telecomunicaciones para las políticas de planificación urbanística de la ciudad. En ella se integran también más de 30 distribuidores de Honor.
La venta de Honor deja muchas dudas sobre el futuro de la marca en Occidente. Aunque la situación de Huawei en China es positiva, en el exterior sus ventas van en caída libre, hasta el punto de que el grupo experimentó un descenso interanual del 27 % durante el segundo trimestre de 2020.