Noticia original: Intel ha anunciado que ya tiene oficialmente una explicación para los problemas de estabilidad que afectan a sus procesadores Core de 13ª y 14ª generación. Las pesquisas comenzaron en el mes de abril, aunque técnicamente las primeras quejas nos llevan a diciembre de 2022 y se hicieron incontestables un año después. En todos los casos, los síntomas eran idénticos: cuelgues y pantallas azules con juegos que no podían ser evitados totalmente ni siquiera tocando la configuración de la BIOS.
Según ha declarado Intel, la raíz del problema no es otra que un fallo del microcódigo de los procesadores, que de alguna forma solicita niveles de voltaje excesivos. La solución vendrá en forma de un parche de microcódigo que será lanzado en el mes de agosto. No reparará los procesadores en sí mismos, pero modificará su funcionamiento a través de la BIOS para evitar que se produzcan más bloqueos.
Por ahora se desconoce si el uso de voltajes superiores a los necesarios ha podido causar daños en el hardware, lo cual implicaría otro tipo de problemas para los consumidores (y tal vez para la propia Intel). En cualquier caso, la compañía ofrece a sus clientes la posibilidad de sustituir los procesadores afectados por otros nuevos. Los consumidores que se inclinen por esta opción deberían contactar con el servicio de atención al cliente.
Intel admite problemas de oxidación en algunos chips
Por otro lado, Intel ha confirmado que algunos de los procesadores bajo sospecha tienen, además, problemas de oxidación. Esta incidencia fue identificada incorrectamente por la comunidad de usuarios como el posible origen de los bloqueos, pero según afirma Intel, afecta en realidad a un volumen de unidades limitado.
Concretamente, la compañía indica que la oxidación de fábrica solo afecta a la primera hornada de procesadores de 13ª generación, que podrían experimentar problemas de inestabilidad independientes del microcódigo. De acuerdo con Intel, el origen de este fallo fue encontrado y corregido en 2023.