En total, Intel registró unas ventas de 15.300 millones de dólares durante el segundo trimestre de 2022. Hechos los descuentos correspondientes, la compañía se quedó con un beneficio negativo de 500 millones de dólares, consecuencia tanto de la pérdida de margen bruto (que se ha reducido un 20 %) como de unas ventas de hardware que casi se han evaporado como consecuencia del regreso a las oficinas y finalizado el boom inicial del teletrabajo. También han pesado la inflación, la inestabilidad geopolítica y el lanzamiento de sus nuevas tarjetas gráficas.
Intel señala que la venta de chips de consumo se ha reducido un 25 % y que las cosas no mejorarán a lo largo del año. Su respuesta para evitar que las pérdidas económicas hagan mella a la compañía será doble: volcarse en la fabricación de chips para otras empresas (como Qualcomm y MediaTek, que ya han firmado acuerdos) e incrementar el precio de sus propios procesadores.
Las memorias Optane llegan a su fin
Por otro lado, Intel ha señalado en su informe financiero que abandonará el diseño y producción de las unidades Optane y los chips de memoria 3D XPoint. Anunciadas como si fueran una auténtica revolución, estas unidades llegaron en 2017 prometiendo siete veces más velocidad que una SSD de la época y latencias tan bajas que permitían su uso como si fueran RAM, pero al final terminaron siendo mayormente aceleradoras de disco duro, ofreciendo cachés de 16 y 32 GB para los datos utilizados con mayor frecuencia.
Las unidades Optane se vendieron principalmente integradas en equipos portátiles con discos duros mecánicos. El salto de la industria a las unidades SSD en todos los escalones de precios redujo su mercado a la nada más evidente. El resultado es que Optane se convirtió en una fuga de dinero constante para Intel, que ha decidido cancelar todo su negocio relacionado con las memorias 3D XPoint y asumir un golpe de 559 millones de dólares para deshacerse del inventario actual.