AMD señala al culpable de este desfase: los procesadores para el mercado de consumo. Concretamente, el denominado como mercado cliente ha caído nada menos que un 40 % en relación con el tercer trimestre de 2021, y su implosión se va a notar en unas cuentas que llevaban años beneficiándose del buen rendimiento de los chips Ryzen. Si nos fijamos en la evolución trimestral, la caída es incluso más acusada, con una merma del 53%.
La ralentización de la economía se está notando de forma muy acusada en la venta de equipos informáticos, y esta es una realidad de la que ningún fabricante podrá escapar. De hecho, el caso de Intel debería haber servido de preaviso para los accionistas de AMD. A corto y medio plazo, otro problema para AMD es que el hundimiento de las ventas de chips de consumo va a dejar un inventario muy grande del que tendrá que desprenderse a pérdidas.
Aunque el desplome de los chips de consumo hubiera sido una catástrofe hace unos años, AMD prevé un alza en sus ingresos generales del 29 % en relación al tercer trimestre de 2021, aunque por ahora no se atreve a hablar de beneficios. Si la compañía puede salvar los muebles, es porque sus inversiones en segmentos ajenos a la informática de consumo están funcionando muy bien, y por ejemplo, las ventas para centros de datos, gaming (GPU y consolas) y sistemas integrados registran alzas del 45 %, 14 % y 1.549 %, respectivamente.
AMD proporcionará el informe trimestral definitivo el próximo 1 de noviembre, donde dará más información sobre sus proyecciones a corto y medio plazo.