Las desavenencias entre Qualcomm y Apple son tan amargas como antiguas. A pesar de que ambas compañías han colaborado en el lanzamiento de diversos dispositivos, la Comisión Federal de Comercio (FTC por sus siglas en inglés) ha acusado a Qualcomm de forzar la firma de un contrato que prohibía a Apple utilizar procesadores de banda base de la competencia, así como de negarse a licenciar a sus rivales patentes esenciales y que deberían ser ofrecidas bajo términos FRAND (justos, razonables y no discriminatorios).
La situación comenzó a tornarse directamente beligerante cuando a comienzos de año Apple reclamó a Qualcomm el pago de 1.000 millones de dólares, declarando que el fabricante de componentes había cobrado una cantidad desmesurada por sus patentes FRAND. Qualcomm respondió a Apple afirmando que la firma de la manzana trató de encubrir el uso de componentes de inferior calidad en algunos de sus teléfonos, una acusación que fue seguida por el anuncio de que Apple dejará de pagar a Qualcomm por sus acuerdos de licencia de tecnologías.
La última maniobra de Qualcomm busca privar a Apple de uno de sus mayores mercados. De lograrlo, el mazazo económico para la firma de Cupertino sería importante, puesto que produce sus teléfonos en Asia y carece de la capacidad productiva para fabricarlos localmente (lo cual, además, erosionaría gravemente su margen de beneficios). El informe financiero de Apple correspondiente al segundo trimestre fiscal revela que la compañía vendió 50,8 millones de teléfonos iPhone en todo el mundo, esencialmente los mismos que hace un año.