La sentencia, emitida por un tribunal federal de San José, California, falla a favor de Apple al señalar que Samsung infringió varias patentes relacionadas con los rasgos de diseño del iPhone, tales son sus esquinas redondeadas y algunos detalles estéticas del frontal, así como la organización en rejillas de las aplicaciones, que emulaba la distribución de iOS.
Este caso es posiblemente uno de los más complejos no ya de los últimos años, sino en la historia de la electrónica de consumo, habiendo sido objeto de numerosas apelaciones y maniobras para repetir los juicios. Apple, que demandaba 2.500 millones de dólares, obtuvo en 2012 una sentencia a su favor que obligaba a Samsung a pagar aproximadamente 1.000 millones, pero una apelación posterior determinó que Samsung solo debía pagar 548 millones, que fueron abonados en 2015 tras comprometerse a abandonar sus pleitos fuera de Estados Unidos.
La batalla continuó arrastrándose hasta ahora de forma mucho más granular, hasta que un fallo del Tribunal Supremo resolvió que había que repetir el juicio. El resultado fue una indemnización más pequeña, de 399 millones de dólares, que Samsung ya ha pagado y que ahora deberán computarse en la indemnización ordenada ahora.
A este veredicto se suman otros anteriores como otra multa obtenida por Apple a finales del año pasado, cuando un tribunal determinó que Samsung debía pagar 120 millones de dólares por infringir la patente que cubre el gesto en iOS de deslizar el dedo para desbloquear la pantalla de un dispositivo.
Resuelta esta última disputa, Apple y Samsung pueden dar por concluidas la mayor parte de sus disputas legales. Lo interesante del asunto es que ambas compañías mantienen una estrecha relación a pesar de sus enfrentamientos en los tribunales, como demuestra el hecho de que Samsung proporciona a Apple las pantallas OLED del iPhone X entre otros componentes. Asimismo, más recientemente la firma coreana se ha posicionado a favor de Apple en su caso contra Qualcomm.