Según señala Intel en su comunicado, el parche para los procesadores Core Ultra 200S proporcionará "un incremento de prestaciones significativo", hasta el punto de que, en teoría, una vez actualizados deberían rendir tanto como en los benchmarks internos de la compañía.
De acuerdo con la información proporcionada por Intel, Arrow Lake salió de las líneas de producción con fallos que alteraban el scheduling, aumentaban la latencia de la DRAM de forma intermitente, reducían las prestaciones con ciertas actualizaciones de Windows 11 y causaban graves problemas de estabilidad con relacionados con el controlador antitrampas de Epic Games.
El conjunto de estos defectos fue desastroso, hasta el punto de que Arrow Lake rinde menos de lanzamiento que los chips equivalentes de la anterior generación, cuando Intel prometía mejoras de hasta el 14 % en procesos multinúcleo.
Afortunadamente, estas carencias han sido resueltas al completo (o casi) con el parche de diciembre, que en realidad no es uno, sino dos: una nueva BIOS para las placas base y cambios en el sistema operativo que serán distribuidos en forma de actualización de Windows.
Arrow Lake debería estar totalmente parcheado a comienzos del año que viene. Según ha comunicado Intel, en enero lanzará una nueva actualización cuyo contenido será desglosado durante el CES (algo extraordinario, puesto que el limitado tiempo de la feria suele reservarse para otras cuestiones), pero ya solo con las actualizaciones disponibles los usuarios de uno de estos procesadores deberían notar un fuerte empujón en sus juegos.