Simplemente bautizado como Windows Sandbox, esta funcionalidad permitirá crear un entorno de escritorio temporal donde quedará aislada el programa que queramos ejecutar. Una vez que el usuario haya dejado de trabajar con ella, el sandbox desaparecerá de forma automática. El proceso en cuestión utilizará virtualización basada en hardware para aislar el kernel, y como tal requerirá su soporte a través de la BIOS (habrá que comprobar si dicha característica está activada), pero no requiere el uso de una máquina virtual en sí misma.
Windows Sandbox tendrá una serie de requisitos técnicos. Además de precisar una placa compatible con virtualización, será necesario tener Windows 10 Pro o Enterprise build 18305 o posterior, un mínimo de 4 GB de RAM (8 GB es lo recomendado), 1 GB de disco duro libre (SSD recomendado) y al menos una CPU con dos núcleos (cuatro núcleos con hyperthreading como recomendación).
El paquete dinámico de Windows Sandbox es razonablemente pequeño. En esencia, esta especie de sistema operativo en espejo ocupa solo 100 MB una vez instalado. Esto es así porque, según explica Microsoft, la mayoría de los archivos son enlaces, por lo que no es necesario duplicarlos y permanecen aislados. El espacio seguro ofrece funciones como aceleración de gráficos y optimización de consumo para evitar problemas en el caso de ordenadores portátiles.
Microsoft no ha facilitado por ahora la fecha de disponibilidad de Windows Sandbox. Asimismo, todo parece indicar que al menos inicialmente su lanzamiento se restringirá a las versiones Pro y Enterprise del sistema operativo.