El comunicado oficial publicado por la compañía durante este fin de semana es parco en detalles, limitándose a señalar que la infección afectó "a un número de sistemas informáticos y herramientas de fabricación en Taiwán", con la gravedad de cada incidente variando en función de las instalaciones. Los primeros hallazgos señalan que el suceso tuvo lugar debido a "una mala operación durante el proceso de instalación de una nueva herramienta, que causó que un virus se extendiera una vez que la herramienta se conectó a la red de la compañía".
Si bien oficialmente el virus no ha extraído información de ninguna clase (y se desconoce si llegó a tener efectos destructivos sobre el software o el hardware), su mera presencia provocó el bloqueo de las líneas de una empresa cuya importancia es fundamental para la industria electrónica.
El problema para TSMC y sus clientes es importante, puesto que la compañía trabaja bajo calendarios sumamente estrictos usando volúmenes de producción prefijados. Es por este motivo que elevar o reducir las cantidades ya contratadas por sus clientes puede resultar problemático, como bien saben los jugadores de PC afectados por la escasez de tarjetas gráficas de alto rendimiento.
Puesto que las obleas parcialmente fabricadas deberán ser descartadas y durante todo este tiempo TSMC se ha visto obligada a reducir o congelar su producción, el impacto económico será considerable. La compañía espera que este suceso "introduzca retrasos y costes adicionales", así como una reducción en sus ingresos trimestrales de aproximadamente el 3 % y del 1 % si hablamos de beneficios.
Puesto que la facturación del año pasado fue de 8.234 millones de dólares y el tercer trimestre suele ser el más ajetreado para TSMC, la publicación alemana Computerbase estima una pérdida de ingresos de unos 250 millones de dólares. Según el fabricante, el volumen de envíos se recuperará durante los últimos tres meses del año.