Técnicamente AMD ya había hablado de sus productos basados en Zen 2 allá por noviembre, pero entonces dedicó todo su tiempo a los chips EPYC, de orientación profesional. Los procesadores de hoy serán los que llegarán a manos de los consumidores de a pie junto a sus hermanos portátiles.
Como sus hermanos mayores, los Ryzen de tercera generación (basados en Zen 2, a su vez la segunda generación de la microarquitectura utilizada) estarán diseñados siguiendo una configuración de chiplets, con los núcleos fabricados en su propia unidad a 7 nm y un die I/O fabricado a 14 nm.
Si bien Zen 2 permite alojar un máximo de 64 núcleos para los chips EPYC (alias Rome), los nuevos Ryzen de tercera generación (alias Matisse) tendrán ocho núcleos. AMD no dice que esto vaya a ser el mínimo o el máximo, pero la superficie del chip tiene todavía espacio para otro chiplet.
¿Equiparable a un Core i9 pero con la mitad de consumo?
Utilizando los datos de rendimiento en Cinebench R15 facilitados por la propia AMD, AnandTech estima que el rendimiento de un nuevo Ryzen de ocho núcleos supone una mejora del 15,3 % con respecto al Ryzen 7 2700X.
Si hemos de buscarle un rival en el catálogo de Intel, el rendimiento se compararía con el del Core i9-9900K. Este es un detalle importante, puesto que en un principio no estamos hablando de un Threadripper u otro chip de muy alto rendimiento.
Más notable es el hecho de que el consumo se ha visto drásticamente reducido, y si un sistema con un Core i9-9900K precisa unos 180 vatios, el de AMD requiere 130 vatios. De hecho, AnandTech estima que mientras el chip de Intel requiere para él solo unos 128 vatios, AMD solo estaría necesitando unos 75 para su procesador.
En la práctica, y basándose en las cifras exhibidas durante la ejecución de Cinebench, AMD habría alcanzado paridad de rendimiento con el Core i9-9900K pero consumiendo poco más de la mitad.
Dicha asimetría podría deberse en parte a la reducción a 7 nm y a la eficiencia de Ryzen en multithreading. De todas formas, sería prudente no analizar en exceso estos datos hasta conocer los chips que formarán la alienación de lanzamiento. Solo hay un benchmark, facilitado por AMD, y no hay certeza de dónde quedará situado el procesador usado en la demostración en el catálogo inicial.
Por otro lado, AMD ha confirmado durante su conferencia que los chips Ryzen de tercera generación funcionarán con cualquier placa dotada con el socket AM4, garantizando así su retrocompatibilidad. No obstante, para aprovechar funciones avanzadas como el soporte para PCIe 4.0, que será una de sus primicias, será lógicamente necesario utilizar una placa con un chipset más moderno (si bien cabe la posibilidad de que algunos modelos actuales puedan ser actualizados a PCIe 4.0 por firmware).
Según AMD, los primeros chips Ryzen de tercera generación para equipos de sobremesa llegarán a mediados de 2019, sin concretar el trimestre.