Poco conocida por el gran público, esta puntera firma israelí se especializa en el diseño de sistemas de red e interconexiones de alto rendimiento para servidores y centros de datos. Su adquisición solo ha sido posible tras presentar una oferta superior a la de Intel y Xilinx, que también estaban interesadas en sus productos.
Una noticia previamente publicada por Reuters señalaba que Intel había presentado una puja de 6.000 millones de dólares, pero su oferta tenía menos posibilidades de prosperar debido a la necesidad de conseguir el visto bueno de las autoridades de Estados Unidos y China.
La mayor parte de los 6.900 millones de dólares pagados por Mellanox son dinero en efectivo. El monto supone una diferencia de aproximadamente el 14 % con respecto a la última valoración de la empresa.
Según indica la agencia de noticias, la compra de Mellanox permitirá a Nvidia continuar creciendo tras un 2018 rocoso debido a la implosión de las criptodivisas y pasado un 2019 que la compañía avanza como económicamente muy tranquilo, por no decir estancado. Esto no solo se debe al enfriamiento del blockchain, sino también a unas perspectivas a corto plazo algo limitadas debido a la ralentización del mercado de los videojuegos en China.
Además de potenciar la división de servidores y centros de datos de Nvidia, donde la firma pisa con fuerza gracias al potencial de sus GPU en labores de inteligencia artificial y renderizado externo, la compra de Mellanox le permitirá reducir su dependencia en la venta de tarjetas gráficas tradicionales, hasta ahora su principal fuente de ingresos. Una decisión que ha implicado un desembolso considerable, pero que no carece de lógica si se considera que Intel quiere reforzar su presencia en el mercado de los servidores al tiempo que "invade" el antiguo coto privado de Nvidia y AMD con el lanzamiento de sus propias GPU independientes.