Actualización: La policía ha divulgado
un vídeo donde se muestran las circunstancias del accidente. Gracias por el aviso,
futuro mad max.
Noticia original: Uber se ha visto obligada a paralizar las pruebas de sus vehículos autónomos después de que uno de los coches que forman su flota de prototipos atropellara esta mañana a una mujer en Arizona, Estados Unidos. La peatón, de 49 años, fue arrollada cuando cruzaba la calzada por fuera de un paso de cebra y falleció en el hospital a consecuencia del impacto.
De acuerdo con la
información facilitada por Uber, el vehículo en cuestión estaba funcionando en modo autónomo, es decir, sin intervención directa de un ser humano, pero en ese momento había un conductor de seguridad al volante para prevenir accidentes. El ocupante del vehículo está ileso. Las grabaciones de las cámaras instaladas en el coche y los registros electrónicos del sistema deberían servir para esclarecer lo sucedido.
Este triste suceso es significativo porque podríamos estar hablando de la primera víctima mortal en un accidente protagonizado por un vehículo autónomo. En 2016 Tesla se vio
envuelta en un suceso similar cuando un Model S se estrelló matando a su conductor, pero el modo Autopilot de su sedán eléctrico es más un sistema de asistencia con gran capacidad autónoma que una auténtica tecnología de conducción autónoma por sí mismo, puesto que sigue requiriendo en gran medida la intervención de un conductor de carne y hueso.
A pesar de que Uber es más conocida
por sus servicios de transporte, la compañía lleva años invirtiendo con fuerza en el desarrollo del coche sin conductor y es junto a
Tesla y
Waymo (Google) una de las firmas más punteras en este aspecto. La estrategia de la compañía pasa por asegurar su rentabilidad a largo plazo eliminando a los conductores de su flota de vehículos, para lo cual ya ha comprado
24.000 todocaminos Volvo que serán modificados con tecnología autónoma.
Más allá del obvio drama personal, el accidente de hoy supone un nuevo revés para los planes de Uber, pero potencialmente también para toda una industria que se encuentra enfrascada en demostrar la seguridad del coche autónomo de cara a su aprobación para el despliegue de las primeras unidades en buena parte del mundo. Sucesos como este supondrán a corto plazo una dura prueba para empresas y legisladores, que deberán ofrecer una respuesta creíble a disyuntivas de implicaciones éticas tan complicadas como el
dilema del tranvía.