Noticia original: La gran apuesta de Uber por el coche sin conductor ha pisado el freno temporalmente después de que uno de sus vehículos haya sufrido este fin de semana un aparatoso accidente en Tempe, Arizona, Estados Unidos. El suceso ha tenido lugar después de una sucesión de crisis internas que amenazan con dejar en una situación precaria a Travis Kalanick, máximo responsable de este controvertido gigante con un pie en la economía colaborativa y otro en el transporte público.
El coche, un todocamino de la firma Volvo equipado con sensores de vigilancia de tráfico y con un humano en el asiento del conductor para hacer frente a una eventual emergencia, fue embestido a gran velocidad por un segundo automóvil, dando media vuelta sobre el asfalto. Afortunadamente el suceso se saldó sin heridos. Según un informe de la policía, el accidente no fue culpa del vehículo autónomo. Por ahora se desconoce si el conductor de Uber estaba controlando manualmente el coche o si por el contrario este funcionaba de forma autónoma.
El programa de conducción autónoma de Uber ha levantado gran expectación desde sus inicios. La compañía no esconde su intención de sustituir a gran parte de sus conductores por vehículos automatizados, y con este fin lanzó una fase de pruebas en San Francisco que fue objeto de una enorme polémica después de desafiar las regulaciones locales al carecer de permisos. Después de que las autoridades del estado de California amenazaran con tomar medidas, Uber comenzó a probar sus coches en Arizona con el beneplácito del gobierno local.
Bajo la continua sombra de la polémica
Más recientemente Uber se ha encontrado en el candelero por las demanda presentada por Waymo, una filial independiente de Alphabet e incubada en su día por Google que también aspira a desarrollar tecnologías de conducción autónoma, en su caso para ofrecerlas a los fabricantes de automóviles. Waymo cree que Uber habría robado varios diseños y su tecnología de LIDAR (Laser Imaging Detection and Ranging) para Otto, una start-up dedicada al desarrollo de camiones autónomos y adquirida por Uber el año pasado tras el pago de 680 millones de dólares.
Según Waymo, uno de sus antiguos empleados robó la tecnología desarrollada en el seno de Google y la utilizó para crear Otto. Alphabet tomó medidas legales contra Uber después de que un e-mail accidentalmente enviado a una dirección de Waymo revelase el diseño de un circuito de LIDAR muy parecido al suyo. Se da la circunstancia de que Alphabet es uno de los primeros accionistas de Uber a través de la participación inicial de Google Ventures.
Las disputas con Alphabet se suman a la pila de problemas que acucian a la dirección de Uber, que durante los últimos meses ha tenido que lidiar con acusaciones tan graves y variopintas como el uso de herramientas telemáticas para evadir a los reguladores en busca de posibles infracciones y demandas por la supuesta institución de un entorno de trabajo tóxico y sexista.