Los nuevos canales de WhatsApp deben diferenciarse de los grupos de conversación, en el sentido de que no son lugares virtuales donde los usuarios se reúnen para charlar, sino una suerte de espacios lineales donde los administradores pueden enviar textos, fotos, vídeos, pegatinas y encuestas a los seguidores del canal, presumiblemente sobre asuntos concretos. En cierto modo imita los estados, pero añadiendo muchas más posibilidades de contenido.
Los canales de WhatsApp son totalmente anónimos. Ni la foto de perfil ni el número de teléfono de los administradores son visibles para el usuario, y lo mismo es cierto en el caso de los seguidores. Asimismo, los administradores deben aprobar a cada nuevo seguidor y tienen en sus manos la posibilidad de desactivar las opciones de tomar capturas de pantalla y reenviar contenidos a terceros, en caso de que el borrado automático cada 30 días no proporcione la seguridad necesaria.
Aunque los canales de WhatsApp pueden ser creados por cualquier persona, con o sin fines comerciales, desde la compañía indican que será posible "construir un negocio en torno a su canal mediante nuestros servicios de pago ampliados, así como la capacidad de promocionar ciertos canales en el directorio para aumentar el reconocimiento", en claro desafío a los canales de Telegram.
Como otras tantas características de cierta importancia, los canales no se estrenarán en todo el mundo al mismo tiempo. Su despliegue será progresivo, comenzando por "voces internacionales líderes y organizaciones selectas en Colombia y Singapur", que serán utilizadas para refinar la experiencia antes de lanzarlo en más países, ya de forma abierta, a lo largo de los próximos meses.